lunes, 1 de septiembre de 2014

Jubilación

   Me jubilo. Ganas tenía desde hace tiempo. Lo que comenzó en agosto de 2009 acabará en septiembre de 2014. Han sido 5 años de alegrías y sufrimientos, a partes iguales, con 180 competiciones oficiales en 10 provincias diferentes de 5 regiones españolas, con algún pódium y muchas medallas y trofeos y solo 1 abandono. La dinámica de entrenar siempre para competir está predestinada a pasar factura, sobre todo mentalmente. También están los problemas físicos, evidentemente, que arrastro desde hace algunos meses y, en especial, la jodienda del corazón que me va a condicionar de por vida, haga o no haga deporte. Técnicamente se llama soplo asintomático funcional, es decir, la válvula de entrada (en el periodo de sístole) no sella bien pero no tengo ningún síntoma por lo que, al hacer un gran esfuerzo físico me puedo quedar en el sitio. El cuerpo me ha brindado un regalo de despedida. Por la parte mental, me encuentro muy saturado y cansado, sin motivación para ir a otra competición y la que me queda por hacer, la ultratrail de Sierra Nevada, la haré solamente por la zona en la que se ubica, para disfrutar del paisaje.
   ¿Qué razones me han llevado a tomar esta decisión? Cuando pensé competir en carreras a pie en aquella brutal subida a Mojácar (excelente bautismo) en una calurosa tarde de finales de agosto de 2009, me planteé una serie de retos a cumplir en el menor plazo posible. Después de 5 años se han cumplido la mayoría, por lo que una vez superados ya no me motiva volver a lograrlos, y los que no se han cumplido, pocos por suerte, después de 5 años de intentos será casi imposible que los logre por lo que tampoco me interesa seguir insistiendo. Así pues, entre los retos logrados y los que no, cubro casi la totalidad de las competiciones del mercado actual. ¿Qué sucede con las que quedan? Que ya las he realizado y pasaron sin pena ni gloria o no las puedo realizar por diversas circunstancias: lejanía, precios, dificultad técnica, fechas, etc.
    Después está el tema económico, muy importante. Tanto las carreras a pie como el triatlón se han convertido en modas y en jugosos negocios para los avispados organizadores (la mayoría) que buscan sacar dinero del sufrimiento de los atletas y cada vez son más caras las carreras y con menos servicios al corredor (algo tan básico como que no falte agua y fruta durante y después de correr y un sitio donde poder ducharse al finalizar, en muchos casos, cada vez más, ni siquiera se consigue), es decir, todo está enfocado a ganar dinero cuando, hasta no hace muchos años, lo que prevalecía era el buen trato al corredor e inscripciones gratuitas o casi, la mejor forma de fomentar el deporte. Actualmente, solo conozco 3-4 competiciones del sureste de la península con inscripción gratuita y una atención decente hacia los atletas, de un calendario de cientos de pruebas.
   Todo este cúmulo de circunstancias ha hecho que pierda la motivación para ponerme un dorsal en el pecho aunque, obviamente, un deportista siempre hará deporte porque es una filosofía de vida, por lo que nada ni nadie me impedirá salir, solo o acompañado, a la montaña o al río o donde me plazca o a hacer series (pero vigilando las pulsaciones, que corazón solo tengo uno) 3, 4 ó 5 veces a la semana o ninguna, sin ningún objetivo de competición, simplemente para disfrutar haciendo deporte al aire libre, tal y como hacía antes del verano de 2009.

   ¿Me arrepentiré? Probablemente no a no ser que cambie la situación actual de las carreras populares, algo en lo que las federaciones regionales deberían intervenir más. Hasta que no vea un marcado cambio no volveré a competir salvo algo muy, muy excepcional…